La evaluación formativa es procesual y
cíclica, si su aplicación arroja resultados positivos entonces puede haber una
continuación del proceso tal y como se diseño. Por el contrario, si los
resultados no están dentro del límite de lo aceptable, es necesario
realizar un cambio de propuesta ya sea
total o parcial y por lógica su puesta en práctica.
La evaluación es aplicable según su
normotipo. El normotipo es el referente que tomamos para evaluar un sujeto u
objeto, puede ser interno o externo y se denomina nomotética o idiográfica.
Dentro de la evaluación nomotética se
distinguen dos tipos de referentes externos como son: la evaluación normativa y
la evaluación criterial.
La evaluación normativa supone la valoración
de los individuos de manera generalizada, lo que se corre el riesgo en esta
evaluación es que el niño puede tener un alto progreso en su propia formación
(un gran avance propio) pero no verse reflejado en sus “calificaciones” por el
progreso de sus demás compañeros en general.
La evaluación criterial intenta corregir el
fallo que plantea la evaluación normativa, propone la fijación de criterios
bien formulados, concretos y claros.
En la evaluación idiográfica los referentes
son totalmente internos, ya que se evalúan las capacidades que el alumno posee y sus posibilidades de
desarrollo tomando en cuenta sus circunstancias particulares. Al realizarla, se
valora al individuo psicopedagógicamente. De acuerdo con esa valoración y
estimación realizadas el alumno es evaluado durante su proceso sin
generalizarlo con los demás.
Siempre se aprende algo nuevo, muchos docentes en la práctica pienso que nos asentamos en una sola forma de avaluar tornándonos en injustos.
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