lunes, 17 de octubre de 2016

EL LEGADO DE LÁZARO CÁRDENAS EN LA EDUCACIÓN.

 LA EDUCACIÓN SOCIALISTA DE LÁZARO CÁRDENAS.

La pedagogía del socialismo en México fue recibida con agrado por muchos, ya que le apostaba a atender la necesidad de educar a un pueblo que carecía de cultura. Empezando con la alfabetización en el proletariado; brindándoles mayores servicios a los hijos de trabajadores y campesinos.

El final del maximato y el exilio de Calles dejaron una nueva política, misma que evocaría a una disciplina de izquierda, el socialismo. Lo ocurrido en la URSS fue un ejemplo a seguir por parte del nuevo gobierno mexicano, adecuando la perspectiva socialista a las condiciones del país y su consiguiente impulso a todos los sectores que lo conformaban, tanto el campesino como el obrero fueron tomados en cuenta, ya que todos los grupos sociales estuvieron ligados a los mismos derechos y necesidades.

La educación se destacó nuevamente, la cual habiendo tenido constantes tropiezos desde la fundación de la SEP trató de reivindicarse con el pueblo. En el nuevo periodo se debía de cumplir el principal fundamento que anteriormente se había olvidado, la alfabetización. El proyecto desarrolló un sistema educativo con fines lucrativos entre el gobierno y el pueblo, representado en el discurso del primer secretario de educación cardenista, Ignacio García Téllez quien afirmó que la educación se encauzaría hacia las clases campesinas y obreras, vinculada con los problemas del medio, las necesidades y aspiraciones de las agrupaciones proletarias y acorde con los progresos de la técnica para la socialización de la riqueza, para que la nueva escuela se convirtiera en capacitadora de trabajadores manuales e intelectuales. La escuela socialista aspiró a elevar las condiciones de vida de los trabajadores, a aumentar el bienestar del pueblo-

La pedagogía del socialismo en México fue recibida con agrado por muchos, ya que empeñaba la necesidad de educar a un pueblo que carecía de cultura. Empezando con la alfabetización en el proletariado; brindándoles mayores servicios a los hijos de trabajadores y campesinos. Las famosas Misiones Culturales seguirían estando en pie, ahora con una mayor determinación de llevar la educación a pueblos campesinos, comunidades indígenas, etc. Se buscaba desarrollar una responsabilidad moral en el maestro rural, permitiéndole fomentar la educación y la integración del país en los niños campesinos. Mostrando que los campesinos merecían mejores condiciones, por lo tanto se capacitaron maestros para impartir clases en las zonas rurales.

En el socialismo se trató de reconstruir el pensamiento nacional, mismo que se desmoronó durante la guerra civil de principios de siglo. El sentimiento por la nación emanado por el Estado, tuvo sus cimientos en dicha ideología. Buscar nuevamente la unificación social fue una tarea a la que se le apostó mediante la formación en las aulas. Aclarando que el enfoque de análisis educativo no tomaría los referentes históricos de los héroes de la independencia y la revolución. Al contrario se trataría de unir a la causa a aquellos subalternos que participaron en ambas guerras.

Las herramientas ejemplares utilizadas en ésta nueva dinámica fueron los libros de texto, los que contenían en sus capítulos mensajes e información alusiva a la doctrina marxista. Otro tipo de aprendizajes como la música y las artes van a enfocarse en tal fundamento cotidianamente. Los libros de Texto dejaron de centrarse en la clase media urbana para retratar la vida de las familias campesinas y de la clase trabajadora. La música y las artes plásticas captaban una historia popular de lucha y reflejaban la cultura de la vida cotidiana. Los corridos que relataban el heroísmo de Zapata y los dramas de los obreros en huelga se difundieron entre los maestros y se hicieron presentes en los festivales patrióticos, al igual que numerosas danzas indígenas y folclórica.

El mecanismo utilizado en el cardenismo, retomó la promoción de sentimientos socialistas como la fraternidad, el patriotismo, el amor, el optimismo y la igualdad. Mismos que se hicieron presente tanto en la sociedad como en la educación. Por otro lado las materias de historia y valores reunieron numerosos temas afines a la estabilidad social, la economía; sin olvidar la incorporación de las clases populares al pasado mexicano. Representado en un principio con el caudillo del sur, Emiliano Zapata, pero con igual importancia se agregaron a esta lista las víctimas de Tomóchic, Cananea y Río Blanco.

Los primeros opositores fueron los mismos a los que se enfrentó Vasconcelos y Calles en su momento. El laicismo persistente se intensifico en mayor medida durante el cardenismo. La iglesia católica mexicana no toleraría otra doctrina que la desplazara de una herramienta tan sofisticada como lo es la educación. Ya sea por medio de la persuasión de los padres de familia, intelectuales o círculos de derecha, el clero no perdería su prestigio ante nada.

Conclusión.

La elite nacional y las potencias extranjeras no permitieron la entrada de una potencia socialista americana, ya que se encontraron en juego sus intereses monetarios en México. Al final, el camino del socialismo mexicano significó mucho, tuvo propuestas interesantes, abrió nuevos panoramas teóricos que aportaron tendencias educativas entre el gobierno y el proletariado. Pero la lucha incansable por evitar el gobierno de izquierda en el poder generó constantes tumultos dentro de la sociedad. Al final el socialismo educativo en México fue desplazado como sus predecesores.



Bibliografía.

Gilberto Guevara Niebla (coord.). La educación socialista en México (1934-1945). México. El Caballito. 1998, pp. 95-96.
Palacios, Guillermo. La pluma y el arado. Los intelectuales pedagogos y la construcción sociocultural del problema campesino en México, 1932-1934. México. Colegio de México, 1999. pp. 38-39. 
Latapí Sarre, Pablo (coord.). Un siglo de educación en México I. México. Fondo de Cultura Económica. 1998. p. 152. 
Quintanilla, Susana. Vaughan, Mary Kay. Escuela y Sociedad en el Periodo Cardenista. México. Fondo de Cultura Económica. 1997. p. 90

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