ZONA
ARQUEOLÓGICA DE TEOTIHUACÁN.
En
la escuela primaria que estudié se tenía la costumbre de que los maestros
promovieran un viaje en el último grado, en el cual se visitaban varios
sitios de la Ciudad de México, Morelia y Guanajuato. Yo tuve la oportunidad de
realizar dicho viaje y sin duda alguna viví grandes emociones.
Uno
de los lugares que me impactó fue la visita a las pirámides de Teotihuacán,
desde el momento que supe que iría me emocioné bastante, porque las quería ver,
tocar y llegar a la cima de estas.
Una
vez que me encontré frente a ellas estaba muy asombrado por su tamaño y forma,
no podía imaginar todo el esfuerzo que realizaron nuestros antepasados por
construirlas.
Nos
bajamos del autobús y los maestros nos pidieron que formáramos una fila y nos
dispusimos a subir por las pirámides, mientras esto sucedía un guía nos
explicaba las fechas en que las construyeron y como los aztecas las utilizaban
para realizar ceremonias religiosas.
Después
de una larga subida, por fin me encontraba en la cima de la pirámide de la
luna, en ese momento sentí mucha alegría y volteaba a mi alrededor, pude
descubrir que aquel lugar era mucho más grande de lo que yo creía, aunque sabía
que desde la pirámide del sol podría tener una mejor perspectiva, por lo que
los maestros decidieron que podíamos subir a ella.
Nos
hidratamos, descansamos u momento y comenzamos a subir por la pirámide del sol,
pero lamentablemente no llegamos hasta la cima.
Aunque
no fue mucho el tiempo que permanecí en las pirámides de Teotihuacán, sin duda
alguna fue un suceso que jamás olvidaré y por supuesto que la recomiendo, creo
que este tipo de experiencias siempre se recuerdan y para cualquier persona es
un impacto ver este tipo de construcciones y bueno para los niños i se diga,
además de que se puede aprender sobre nuestros antepasados visitando estos
sitios arqueológicos.
Sin
duda alguna valió la pena subir tantos escalones.
Teotihuacán: Calzada de los muertos vista desde la pirámide de la Luna. |
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