LOS
INTERMINABLES DESAFÍOS
Como casi en toda carrera
profesional, la teoría llega a ser distante cuando no totalmente distinta a la
praxis, esto lleva al planteamiento de entrelazar de manera efectiva y adjunta
la formación del docente con una teoría práctica, esto obedece a los nuevos
retos y desafíos que presenta en la actualidad la educación donde la era de la
información avanza cada vez más rápido, presentándose al propio tiempo la
necesidad de formar nuevos y diferentes ciudadanos a quienes la escuela
tradicional memorística simplemente no es adecuada a sus necesidades al no
verse incrementado el conocimiento requerido, por lo tanto, la formación de
estos ciudadanos requiere de un docente formado con estas aptitudes y un
docente reformado que cumpla con dichas expectativas, pues no sólo los nuevos
docentes lo pueden conseguir, pues los habidos bien pueden cumplir con estos
retos mediante la capacitación y actualización.
Esto es, la construcción de un
conocimiento práctico, donde la teoría y la práctica se estandaricen de manera
simultánea en la formación docente, modelando la manera de pensar, de sentir y
de actuar; esta relación permite que las intuiciones y razonamientos trabajen
de manera conjunta, que las situaciones de desarrollo y contexto, de
comprensión y de acción sean las claves de este proceso de nueva formación,
pero, ¿no puede un docente ya formado adoptar esta manera de asentir la
educación? Claro que sí, los valores familiares se arraigan, se magnifican, se
alteran o modifican e incluso se destruyen; por lo que cualquier profesionista
y en este caso un docente ya formado, puede implementar nuevos recursos que le
permitan reinventarse.
Son diversos los motivos por los cuales la
escuela tradicional puede verse superada o en crisis, una de ellas es el
considerar a la teoría como un instrumento unidireccional en donde la práctica
será solo adecuada si se tiene una sólida base de conocimientos, que el
conocimiento debe reproducirse fielmente para obtener resultados positivos, que
la praxis sólo es el desarrollo constante y adecuado del conocimiento. En
cuanto al currículo habido tradicionalmente se prepondera al conocimiento
disciplinar, la fuente de aprendizaje son los textos y la adquisición de
conocimiento se comprueba mediante un examen; aun y cuando podemos considerar
estas prácticas como una pedagogía simplista, son los estándares o instrumentos
de evaluación mundialmente aceptados, de ahí que surge la imperiosa necesidad
de la innovación.
Dewey postula la enseñanza como una
forma de indagación y creación de conocimiento, así, las posiciones
constructivistas neopiagetianas y neovigoskianas, sobre la importancia del
pensamiento práctico, se consolida una alternativa epistemológica que entiende
la formación del ciudadano y del docente como un proceso permanente de
reconstrucción conceptual, reestructuración continua de los modos de
representación, comprensión y actuación, determinadas por las experiencias y
reflexiones que cada uno vive con los objetos, personas, ideas y contextos que
rodean su existencia personal y profesional; descansando sus principios sobre
la interacción directa entre la práctica y la teoría, el entendimiento de que
la práctica puede tomar caminos discrepantes e independientes acorde al
individuo en que se centra, toma en cuenta que el proceso educativo es
complejo, con un escenario incierto necesitado de reacción creativa e
innovadora al momento de su ejercicio; establece el andamiaje del proceso
educativo precisando que los componentes son necesariamente indispensables para
formar parte de un todo y al mismo tiempo independientes entre sí, para que con
todo ello se genere la competencia deseada en donde las acciones ejercidas se
desprendan de los recursos disponibles.
Resulta también indudable que para
el docente es difícil cambiar o adoptar el pensamiento práctico, pues debe
tomarse en cuenta que su educación ha sido la mayor parte del tiempo mediante
esquemas tradicionales por lo que se deben vencer dichos hábitos, para ello es
necesario ser investigadores de la propia práctica que es la que permitirá
establecer nuevos pensamientos, contradicciones y aquellos aspectos no
planteados en teoría que se deben ir atendiendo conforme aparecen, esta es la
experiencia transformativa, lo que lleva al cuestionamiento de la misma
práctica que se desarrolla para construir nuevas alternativas con la propia
interacción entre nuestros propósitos y las posibilidades creadas en un
contexto educativo.
La formación del docente debe estar
en una continua transformación personal que adquiere nuevos horizontes apoyados
en el mismo proceso de desempeño, adquiriendo esos cambios constantes como
parte integral de la enseñanza y del aprendizaje, tornando las estrategias y
herramientas en una filosofía ya que el proceso advierte un abanico
posibilidades que propician un sinfín de reflexiones.
La adquisición eficaz de
habilidades, actitudes, valores y conocimientos, es decir, competencias, tiene
lugar como parte de un proceso ligado a las formas de ser, pensar, sentir y
ver, que sin duda caracterizan al grupo y al entorno en el que se desenvuelven
las personas; de ahí que el pensamiento acción crece en un contexto social,
cultural y son los elementos centrales del aprendizaje, ligados también con la
conducta, emociones y relaciones de los actores en la que el proceso continuo
de invención y exploración del aprendiz se deben considerar elementos de
desequilibrio o discrepancias que también retroalimentan los objetivos de
formación. Ahora bien, si el conocimiento práctico se obtiene de un proceso de
socialización como estudiante y como docente con diversos elementos que se
incorporan en su formación, debe de analizarse también los efectos que tienen
en el docente los diferentes entornos en los que se fue formando para entender
que los resultados de su praxis docente pueden tener connotaciones diversas a
las pretendidas, pues muchos de los docentes antes de ser maestros fueron
alumnos y ello también influye en la manera de desempeñarse como mentores ya
que muchos de los conocimientos los adquirieron principalmente como
estudiantes, por lo que habría de cuestionar si esa etapa formativa también
puede influir y por ende también debe atenderse con esta postura de la teoría
práctica.
La formación del pensamiento práctico, debe
centrase en generar cualidades o competencias profesionales en donde se develen
las fortalezas de su pensamiento práctico, la capacidad de crear escenarios en
los que los alumnos sean provocados a expresar sus fortalezas; guiar y orientar
al alumno en la búsqueda de sus propias fortalezas, realizar evaluaciones que
permitan al estudiante descubrir sus debilidades con miras al mejoramiento;
procurar establecer en nosotros mismos como docentes aquellas cualidades que
deseamos potenciar en nuestros alumnos;
hacer sentir en nuestros alumnos de que somos parte del aprendizaje y no
fuente de la misma; asumir una responsabilidad de formación permanente,
innovadora, cuestionando siempre la forma de pensar, sentir y de actuar como
ser humano pero sobre todo como docente; la forma detener un seguimiento para
este proceso sin duda será la planificación, el desarrollo y la evaluación,
siendo accesibles a que también los alumnos representan fuentes de saber y que
ellos también pueden mejorar las cualidades humanas y docentes de nosotros; sin
olvidar que formamos parte de una comunidad escolar en la que nuestros pares
también pueden fungir como elementos que nos pueden alimentar de nuevas ideas o
mejorar las propias mediante el proceso de interrelación.
Otro reto que impera en esta
filosofía educativa sería la evaluación, entendiéndose por esta no como un
instrumento de medición del aprovechamiento sino como una herramienta que nos
permita determinar eficazmente el desempeño de nuestra labor educativa lo que
también motiva al mejoramiento o perfeccionamiento de nuestras estrategias,
dando coherencia a nuestra práctica docente con los objetivos que tenemos
planteados de modo que nos permita enriquecer nuestra labor y ser un motivante
para los alumnos que tienda efectivamente a desarrollar y estimular sus
habilidades para o cual podemos utilizar diferentes elementos como instrumentos
de diagnóstico, tales como la observación de actuaciones, portafolios, diarios,
informes, debates, entrevistas, trabajos en equipo y todo aquello que nos
brinde certeza de que efectivamente estamos abriendo camino para potenciar las
competencias y cualidades profesionales fundamentales.
En definitiva, aprender a educar
supone aprender a educarse de forma continua a lo largo de toda la vida
profesional del docente; esta preparación requiere de una transformación
integral del modelo educativo que actualmente existe en nuestro país, pues
hasta ahora la escuela tradicional memorística en muchos casos ha sido tan
arraigada que no ha permitido a gran parte de nuestros estudiantes fortalecer
de manera adecuada habilidades que bien podrían tener un impacto favorable en
su calidad de vida, de ahí que se requiera de un cambio radical pero siempre
atendiendo a las diferentes realidades que encierran al ámbito educativo, la presente
propuesta puede implementarse paulatinamente al reformar desde sus cimientos a
nuestro actual sistema educativo, cambiando los planes y programas de estudio
pues es inconcebible que exista alguien que llegue por medio de un examen a
realizar este tan complejo modo de enseñanza pues hasta ahora no existe ninguna
sugerencia de que actualmente se esté brindando este tipo de formación.
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